Hulk and me.


Pónganle pues cuidado a este relato corto de una de las experiencias más extremas de mi querida y lejana infancia, esa de potrero y cañaduzal vallecaucano. 

Paso a contar: por las noches tibias de la Hacienda San José, ubicada en la vía que de Palmira lo lleva a uno a  Pradera,donde vivíamos, a mi y solo a mi (calculen las probabilidades en una casa con 5 integrantes), indefectiblemente se me aparecía  el "Hombre Increíble". Si, yo veía a Hulk face to face cada crespúsculo en nuestra casita del ingenio, allá en la Villa de las Palmas. 

Al hombre me lo topaba yo cada que me mandaban mis papás a ponerme la piyama, yo abría el armario y tome, el personaje en cuestión iba saliendo campante del clóset de mi cuarto, y apenas entraba en escena esa mole de carne verde frente a mi, yo inmediatamente me tiraba al piso, no se si para que no me viera o para que no me hiciera nada, sólo esperaba pacientemente ahí tirado en el suelo a que pasara rápido y se fuera para la cocina, para donde siempre se iba (quién sabe a qué, pero con ese miedo quién iba a ponerse a averiguar).

Y ahí esperaba yo unos segundos  prudentes, después de los cuales ya me podía empiyamar tranquilo, mientras que yo miraba de reojo e imaginaba que el hombre este se paseaba por mi casa y nadie más lo veía, qué sigiloso, a veces le pasaba a centímetros a mi mamá, pero yo no decía ni mu. La bestia siempre caminaba mirándome soslayadamente, bastante amenazante pero calmado, entonces ni modo de hacer aspavientos, había que dejarlo ir, a que hiciera lo que sabrá Dios hacía en esos parajes cañeros...


Tampoco puedo olvidar que yo no era capaz de musitar palabra alguna, no sólo por la turbadora mirada del mohán aquel sino porque obviamente a mi se me iba la voz, de eso que uno hace el esfuerzo de gritar y no sale, una de esas afonías me agarró también de noche, años después en la casa de La Merced en Cali, cuando en plena madrugada me visitó un espectro con la forma de doña Nelly Molina, casi me mata del pánico también.  Por esas afonías nunca podía avisarle a nadie, alertar a mis familiares del peligro que corríamos con semejante adefesio que la ciencia y el error habían podido crear, y claro con el susto mas inenarrable que alguien con tres años puede sentir.


Y pues ahora pienso en eso, y me río, me río mucho y mucha gente se ha reído de mi cuando les cuento la historia, la de mi íntima relación con el "Hombre Increíble" (el que interpretaba Lou Ferrigno, no esos modernos). Por eso pienso que desde niño yo se ver las cosas mejor que los demás. Nadie en mi casa vio nunca a Hulk salir de mi clóset, éramos él y yo, frente a frente cada noche, en una danza íntima, pavorosa pero íntima.
¡Y yo lo veía! indiscutiblemente, fue así todas las noches. 


Julián González-Lema

Comments

Popular posts from this blog

Cuidado con los dientes.

Calor de Buga

Pesadilla en el Metro (De Makati a Quezon City en 5 horas)